Cada día se levanta esperando que la noche se pose como su testigo. Joaquín, es apenas un chico de unos 26 años que ha vivido toda su vida detrás de una falsa que podría constarle mucho, más adelante. A pesar de sus contradicciones internas no es un mal chico, o al menos no hasta que cae la noche. Una vez el reloj marca las seis de la tarde Joaquín deja un lado quien es para poder desempeñar su mejor papel. Se viste en ropas ligeras para pasar por desapercibido. Caminas unas 4 cuadras para detenerse en una esquina estratégica y comenzar a pedir “Pon”. Pasa uno, dos, cuatros carros y ninguno se detiene. Tal vez es un mensaje de que hoy debería regresar a su casa sin intentarlo. Ya cuando comienza a caminar para regresar a su casa un auto se detiene. “Juako, necesitas que te lleve” Sin voltearse sonríe, pues logro lo que deseaba una victima. “Si eres tan amable, es que hoy la guagua no llego hasta arriba”. Se montó en el carro, no habó en el carro, no habían pasado ni 2 minutos cuando Ramón ya se encontraba apunta de cañón intentando entender que pasaba. Todo sucedió rápido. Joaquín salió nuevamente por la puerta ancha; dinero, joyas y un carro que vender sin necesidad de una larga jornada de trabajo. A la mañana siguiente mientras preparaba sus maletas el titular de las noticias anuncia su triunfo. “Una victima más en el área este; Ramón Rivera un joven de apenas 19 años fue baleado ayer mientras se dirigía a su casa. Aún se desconoce la causa del asesinato, las autoridades se encuentran tras la pista del asesino.” Joaquín al escuchar la noticia se limita a respirar profundo, no podré seguir aquí ha llegado la hora de desaparecer, pero esta vez por completo. Un disparo alerto a los vecinos y en segundos se encontraban al pie del cadáver que sujetaba una nota con fuerza. “Yo maté a Ramón, pero el antes de morir me hizo entender que esta vida no era para mi. Tomen el dinero y deséenlo a la familia Rivera. Perdón”
“A veces el camino fácil resulta demasiado complicado”