Hoy soy consciente de mi realidad.
Paso horas en mi cama solo para
sentir como mis dedos rozan mi sexo y me hacen sentir excitada. Puedo tener
sexo con hombres no por su físico o sus sentimientos, sino por el simple hecho
de querer sentirlos dentro de mí. Eh llevado a mi cama hombres de todo tipo y
con todo tipo de “equipaje”. Y a pesar de
perder la cuenta de cuantos; me fascina la idea de elegir al próximo que me
acompañará al baño más cercano para sentirlo cerca.
No suelo hablar mientras estoy
con ellos. En realidad odio que me hablen, usualmente preguntan cosas tan
insignificantes que pueden ser contestadas con la simple observación de mis
movimientos. Quizás eso sea un problema para algunos, pero para mí es una regla
de oro.
Aunque debo admitir que soy un tanto… ¿Cómo
podría decir? ¿Ruidosa? Me gusta dejar que mi cuerpo se sienta libre; me gusta
tocarme, gritar, gemir, exigir más velocidad o simplemente guiar a aquellos “perdidos” a encontrar
una guarida segura por los placeres del cuerpo.
Te preguntaras si suelo
repetirlos. Todo depende de ellos. Los
que saben cómo utilizar su boca para saborear los jugos que produce mi cuerpo,
tienen una invitación segura para una próxima vez. Eso sin mencionar a aquellos
que hacen que mi orgasmo sea uno… ¿explosivo? Esos son mis preferidos.
Por otro lado, hubo uno que jamás podré
repetir… y fue el mejor el mejor de todos…
A veces eh llegado a pensar que
debo besar a otra igual que yo, para conocer que tal lejos puedo llegar con
esas nuevas experiencias. Tengo unos cuantos prospectos y el solo pensar en lo
que podría hacer, hace que me humedezca al instante.
En cuanto a donde… es lo de menos. Para un encuentro casual basta con las ganas.
Hoy comienzo a hacer consciente,
hoy sé que tengo un problema.
Hoy reconozco ante todos lo que soy.
Una ninfómana.