Esta es la historia de un triunfo, incluye barcos, olas gigantescas, lágrimas, decepción, odio y alegrías. ¿Piratas? No, en esta historia no hay espacio para hombres.
Cuando cayó la noche todas en el puerto se dividieron, algunas fueron al norte y otras al sur. La mayoría de las embarcaciones estaban listas. ¿La misión? Atacar todo aquello que se mueva en el mar hacia la isla. Esta guerra se detendrá desde el agua; así hombres y niños estarán a salvo en tierra firme. ¿mi posición? Aún no decido, pero mi trabajo es documentar, por eso, yo soy, la indicada para contarles que pasó aquella noche del 19 de marzo de 1911.
Una vez todas en sus embarcaciones, rodeamos toda la costa. Si alguien llegase a ver el más mínimo movimiento, lo sabremos por medio de señales y sonidos. El mar estaba sereno, Gracias a la luna la noche era clara. Todo estaba en calma, llegamos a pensar que nadie atacaría esa noche. Las horas pasaban y seguíamos en guardia. Los hombres necesitaban mujeres que pudiesen defenderlos en situaciones como estas ya que ellos les faltaba algo para luchar, alma.
La noche continuaba transcurriendo de forma tranquila, las horas pasaban y la madrugada estaba cerca. La coronel, envió varias embarcaciones de regreso a casa para que pudiesen volver la noche siguiente de ser necesario. Apenas quedaban dos embarcaciones, la de la coronel y la mía. Ella no podía abandonar la guardia y yo no podía abandonar la historia. Yo sabía que algo estaba por suceder. Claro, su embarcación me llevaba ventaja, ella contaba con casi veinte mujeres armadas, mujeres fuertes y decididas a luchar por defender sus ideas, su familia, su patria y sobre todo su tierra. En mi embarcación solo me encontraba yo, armada con lápiz y papel para poder dejar plasmada la victoria de estas mujeres.
A eso de las cuatro de la madrugada se escucha el sonido del mar dándole a la proa. Era difícil identificar qué tipo de embarcación se acercaba, ya que a esa hora solían salir las pescadoras. Le tomo a la coronel unos minutos en confirmar la llegada del enemigo. Hizo la señal, pero solo quedaba su embarcación y la mía, podía salir corriendo a buscar ayuda pero no llegarían a tiempo. Llego el momento de luchar contra las embarcaciones que se acercan. Sus tamaños eran tan grandes que podía ver con facilidad los nombres de las embarcaciones eran: discrimen, machismo y superioridad. Había llegado el momento de empuñar las armas, las voces y por su puesto el lápiz.
Fue una lucha difícil, no puedo negarlo. Tardo horas que parecían siglos, pero lo logramos, ganamos. Ganamos defender nuestras ideas, derechos, nuestra posición en la sociedad y lo más importante ganamos un espacio en la historia y en la literatura.
Hoy, años más tarde aplaudimos a aquellas mujeres que nos permitieron ser libres.
Feliz día de la Mujer, a todas aquellas que se levantan día a día a luchar por sus hijos, por sus derechos, por la patria y sobre todo por la libertad. Esta victoria es de todas.
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