A pesar de tener mucha imaginación jamás
llegué a creer en superhéroes y mucho
menos en príncipes azules, lo que me hace la mujer con la peor infancia
del mundo. ¿En que solía creer? En llegar a la luna, en sembrar árboles, el ser
dueña de mi propia biblioteca, ser cantante o periodista; pero jamás, una
princesa. No sé porque no fui como las otras chicas… quizás porque era la
gordita de espejuelos a la que todos querían por ser “nerd” y “cool” (mezcla difícil
de encontrar en los 90’) pero a la que nadie le haría caso, por lo que tenía suficiente
tiempo para imaginar cosas mucho más grandes que el encontrar el príncipe azul
con el cual tener el clásico “..Y vivieron felices para siempre..” que a su vez en las noches sería algo así como
un superman.
Yo, la diferente siempre. Se me hizo tan complicado el verme como toda
una “señorita”. Es más, aún se me hace difícil, eso de combinar la cartera con
los zapatos; el no usar tenis todo el tiempo, el peinarme y por supuesto el
lograr entender que colores se usan en cada temporada. No se crean ser mujer es todo una odisea porque además de tener en
cuenta todo lo anterior mencionado, tienen que tener el perfecto balance entre
monja y una puta en la cama. Ajá, todo es tan complicado. Pero regresando al
tema de princesas, príncipes azules y superhéroes, debo admitir que el no creer
en esas cosas me ha hecho una peor persona.
Te preguntaras, ¿Por qué?
Simple, a estas alturas no encuentro lo
que quiero en un hombre, porque jamás me he puesto a pensar que es exactamente
que quiero y en cuanto a los superhéroes;
no tengo la suficiente fe para creer en que un hombre o hombres pueden
cambiar al mundo.
Como dicen por ahí “Jamás es tarde, si la dicha es buena”, pues ha llegado mi momento,
voy a imaginar lo que jamás imaginé.
Mi príncipe
azul, debe alto, gordito, tu sabes hay
que tener fuerzas para estar con una “curvy girl”. Debe ser latino para que su
sangre se encienda con el ritmo del tambor. También tiene que ser un hombre
apasionado, todo un aventurero y sobre todo, tiene que tener imaginación. No le
debe temer a los monólogos matutinos acerca de que tan mal se ve el cabello,
tiene que abrazarme en las noches de lluvia sin razón alguna. Este príncipe tiene
que besarme frente a todos, tener el coraje de hacerme el amor en cualquier
lugar y el de tomar mi mano para dejarme
saber que es sólo mío cuando vea que una mujer lo mira con deseo. Quiero
que me escriba canciones, que me intente
regalar la luna con un beso, quiero que me ame
y me lleve al altar.
Ufff. Qué cosa tan complicada, el imaginar
un hombre que no existe y jamás existirá fuera de este absurdo escrito acerca
de lo que jamás imagine. Claro, la búsqueda hace el recorrido más colorido y
lleno de diversión (tu sabes sexo, drogas y rock n’ roll). Vamos a ver qué tal
con esto de los superhéroes.
Primero,
quiero que mi superhéroe sea una mujer. Estoy cansada de que los mejores superhéroes
sean hombres. Mi superheroina, no tendrá armas, ni usará fuerza bruta para
combatir el mal; usará citas de los mejores escritores, redactará los mejores
discursos y logrará que los ricos compartan su riqueza con los pobres, erradicando
completamente el hambre en el mundo. Ella
logrará derrocar las dictaduras de todo el mundo. Unificará a toda
América, hablara con el Dios de los
cristianos de ser necesario para que todos crean en la igualdad, para que sea
permitido amar sin importar el sexo. Mi superheroina, será mi amiga, mi
confidente, mi amante de ser necesario,
será la que libere a todo un pueblo de la ignorancia que los arrastra hasta la
desgracia.
¿Superheroina o príncipe azul? ¿Amar o
luchar? Basta de imaginar, debo comenzar a probarme atuendos, porque mi superheroina
debe salir a la calle esta misma noche. La lucha apenas comienza…
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