viernes, 12 de abril de 2013

Entre príncipes y superhéroes


    A pesar de tener mucha imaginación jamás llegué a creer en superhéroes y mucho  menos en príncipes azules, lo que me hace la mujer con la peor infancia del mundo. ¿En que solía creer? En llegar a la luna, en sembrar árboles, el ser dueña de mi propia biblioteca, ser cantante o periodista; pero jamás, una princesa. No sé porque no fui como las otras chicas… quizás porque era la gordita de espejuelos a la que todos querían por ser “nerd” y “cool” (mezcla difícil de encontrar en los 90’) pero a la que nadie le haría caso, por lo que tenía suficiente tiempo para imaginar cosas mucho más grandes que el encontrar el príncipe azul con el cual tener el  clásico “..Y vivieron felices para siempre..”  que a su vez en las noches sería algo así como un superman.

    Yo, la diferente siempre.  Se me hizo tan complicado el verme como toda una “señorita”. Es más, aún se me hace difícil, eso de combinar la cartera con los zapatos; el no usar tenis todo el tiempo, el peinarme y por supuesto el lograr entender que colores se usan en cada temporada. No se crean ser mujer  es todo una odisea porque además de tener en cuenta todo lo anterior mencionado, tienen que tener el perfecto balance entre monja y una puta en la cama. Ajá, todo es tan complicado. Pero regresando al tema de princesas, príncipes azules y superhéroes, debo admitir que el no creer en esas cosas me ha hecho una peor persona.  Te preguntaras,  ¿Por qué? Simple,  a estas alturas no encuentro lo que quiero en un hombre, porque jamás me he puesto a pensar que es exactamente que quiero y en cuanto a los superhéroes;  no tengo la suficiente fe para creer en que un hombre o hombres pueden cambiar al mundo.

    Como dicen por ahí “Jamás es tarde, si la dicha es buena”, pues ha llegado mi momento, voy a imaginar lo que jamás imaginé.

    Mi príncipe azul, debe alto, gordito,  tu sabes hay que tener fuerzas para estar con una “curvy girl”. Debe ser latino para que su sangre se encienda con el ritmo del tambor. También tiene que ser un hombre apasionado, todo un aventurero y sobre todo, tiene que tener imaginación. No le debe temer a los monólogos matutinos acerca de que tan mal se ve el cabello, tiene que abrazarme en las noches de lluvia sin razón alguna. Este príncipe tiene que besarme frente a todos, tener el coraje de hacerme el amor en cualquier lugar y el de tomar mi mano  para dejarme saber que es sólo mío cuando vea que una mujer lo mira con deseo. Quiero que  me escriba canciones, que me intente regalar la luna con un beso, quiero que me ame  y me lleve al altar.

    Ufff. Qué cosa tan complicada, el imaginar un hombre que no existe y jamás existirá fuera de este absurdo escrito acerca de lo que jamás imagine. Claro, la búsqueda hace el recorrido más colorido y lleno de diversión (tu sabes sexo, drogas y rock n’ roll). Vamos a ver qué tal con esto de los superhéroes.

    Primero, quiero que mi superhéroe sea una mujer. Estoy cansada de que los mejores superhéroes sean hombres. Mi superheroina, no tendrá armas, ni usará fuerza bruta para combatir el mal; usará citas de los mejores escritores, redactará los mejores discursos y logrará que los ricos compartan su riqueza con los pobres, erradicando completamente el hambre en el mundo. Ella  logrará derrocar las dictaduras de todo el mundo. Unificará a toda América,  hablara con el Dios de los cristianos de ser necesario para que todos crean en la igualdad, para que sea permitido amar sin importar el sexo. Mi superheroina, será mi amiga, mi confidente,  mi amante de ser necesario, será la que libere a todo un pueblo de la ignorancia que los arrastra hasta la desgracia.

    ¿Superheroina o príncipe azul? ¿Amar o luchar? Basta de imaginar, debo comenzar a probarme atuendos, porque mi superheroina debe salir a la calle esta misma noche. La lucha apenas comienza…

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