Yo tengo una casa azul con detalles color verde y rosa.
No tenía techo para poder gozar en las noches del la danza de estrellas. En él me siento la persona más feliz del mundo junto al hombre que me ama. Llevo varios años aquí despertándome cada mañana con un abrazo del viento y la dulce melodía del mar. A mi casa llegan muchos árboles y animales a buscar la felicidad. Muchos llegaron a encontrarla excepto uno, el que se llevo toda la felicidad. Una noche de verano a mi casa llego un árbol, parecía ser el más hermoso de todos. Tenía grandes flores, un aroma delicioso y una presencia refrescante. Tanto mi hombre como yo nos encariñamos con ese árbol era nuestro consentido. El árbol yacía fuera de la casa en un lugar un poco lejano. El decía que sentirse muy solo y triste así que decidimos dejarlo entrar a la casa. Paso varios días dentro, gozaba de un magnifico lugar cerca de la cama. A las semanas las estrellas me susurraban que lo sacara de allí. No atendí al llamado de ellas por eso fueron cayendo una a una de tristeza. Toda mi vida llena de colores se convirtió en gris. En las noches ya no podía ver la danza de estrellas, en las mañanas me despertaba con el frio de la soledad y en mi cama una rama de árbol separaba mi cuerpo de mi hombre. Intente remover el árbol pero ya era demasiado tarde había destrozado mi casa y mi vida. Me marche junto al hombre que amaba. Al poco tiempo me entere que el árbol murió porque no tenía más casas que destrozar. El amor que nos teníamos mi hombre y yo pudo más que el veneno de una mujer disfrazada de árbol.
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No tenía techo para poder gozar en las noches del la danza de estrellas. En él me siento la persona más feliz del mundo junto al hombre que me ama. Llevo varios años aquí despertándome cada mañana con un abrazo del viento y la dulce melodía del mar. A mi casa llegan muchos árboles y animales a buscar la felicidad. Muchos llegaron a encontrarla excepto uno, el que se llevo toda la felicidad. Una noche de verano a mi casa llego un árbol, parecía ser el más hermoso de todos. Tenía grandes flores, un aroma delicioso y una presencia refrescante. Tanto mi hombre como yo nos encariñamos con ese árbol era nuestro consentido. El árbol yacía fuera de la casa en un lugar un poco lejano. El decía que sentirse muy solo y triste así que decidimos dejarlo entrar a la casa. Paso varios días dentro, gozaba de un magnifico lugar cerca de la cama. A las semanas las estrellas me susurraban que lo sacara de allí. No atendí al llamado de ellas por eso fueron cayendo una a una de tristeza. Toda mi vida llena de colores se convirtió en gris. En las noches ya no podía ver la danza de estrellas, en las mañanas me despertaba con el frio de la soledad y en mi cama una rama de árbol separaba mi cuerpo de mi hombre. Intente remover el árbol pero ya era demasiado tarde había destrozado mi casa y mi vida. Me marche junto al hombre que amaba. Al poco tiempo me entere que el árbol murió porque no tenía más casas que destrozar. El amor que nos teníamos mi hombre y yo pudo más que el veneno de una mujer disfrazada de árbol.
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Moraleja: “A matar las putas”