miércoles, 3 de septiembre de 2008

La espera

Es increíble todo lo que podemos observar mientras esperamos el pésimo transporte público de nuestro país. Estuve dos años viviendo en esta ciudad sin utilizar con frecuencia la A.M.A. Sin embargo no es hasta este momento que soy participante de este servicio de una manera más activa. Desde que comencé a utilizar con más frecuencia la transportación publica me eh dado cuenta todas las cosas que le suceden a ese grupo de personas que se encuentran allí parados y que cientos de veces ignoramos desde el interior de nuestro automóvil. Muchos creen que tomar guagua es cosa de “cafres” y de personas que están “mal económicamente” déjenme decirle que se equivocan que las personas que las utilizan son mucho más inteligentes que tú que tal vez tienes que gastar $$ en gasolina y ellos no porque las A.M.A. además de llevarte a cualquier lugar por un costo mínimo ahora son gratis. Gracias a los intentos del gobernador por no perder su puesto. Volviendo a lo importante debo destacar que las historias que se oyen en las guaguas o paradas son increíbles. Hace varios días atrás esperaba la guagua para ir de regreso a mi casa. En esta espera llega un anciano de unos 70 años, veterano de Vietnam, utilizaba una gorra de los juegos olímpicos de Sídney con varios “pines” ganados en batalla. Como cualquier anciano de su edad traía puesto una guayabera y sus pantaloncitos de vestir bien planchados. Cuando él llegó a la parada localizó a la persona que tal vez hablaría con él. Eligio una señora de unos 45 años con quizás poca educación pero con muchas ganas de hablar también. Con mucho afán hablaban de la trasportación, del gobierno, de cómo tuvo que salir de Sto. Domingo por un ataque que harían, etc. Lo más interesante de este señor es que mientras él hablaba con la mujer todos estaban en silencio escuchando atentamente sus aventuras junto a Balaguer. Aunque no soy simpatizante de este hombre por todo el daño que causo en esta vecina república me sentí orgullosa de poder escuchar todo lo que este hombre podía contarnos y como sus anécdotas concordaban a la perfección con la historia. De esa espera logre absorber información muy valiosa al igual que de otras esperas un poco más coloridas.
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“Si ves un centavo en el suelo recógelo;
te dará buena suerte todo el día”
-Un desquiciado

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