viernes, 5 de septiembre de 2008

La noche del 20

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Llevo esperando por este día veinte años. Veinte años de amargura y sufrimiento, de noches malas y frías mañanas. Lo peor de todo, soy inocente. Llevo veinte años en prisión simplemente por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Ya soy un viejo al que nadie escucha pero les contaré mi historia para que la utilicen como prueba acerca de la “justicia” de este país. Todo sucedió el 20 de abril de 1980 eran las 8:30 de la noche y me dirigía al bar como todos los días para ver a mi chica. Era una hermosa mujer, alta, de cabellos dorados y una sonrisa que la iluminaba. Se llamaba Mercedes. Ella cantaba en el bar cada noche para mí aunque nadie lo supiese. Esa noche salí de mi casa un poco antes de lo acostumbrado porque quería darle una sorpresa; le pediría matrimonio. Mis amigos pensaban que era un tonto y que me estaba inventando una relación que jamás existiría. Nunca les hice caso y tal vez ese fue mi gran error. Me enamoré a lo advino, pues yo jamás cruce palabra con mercedes hasta ese día.

Llegue al bar, me senté en la mesa de siempre espere unos quince minutos y Mercedes no salía. Me levante, caminé directamente al camerino mismo que estaba custodiado por dos guarda espaldas. Les expliqué mi situación y mis desesperadas ganas por hablar con Mercedes. No me permitieron entrar, pero ellos no sabían mi As bajo la manga. Esperaría el cambio de turno que según yo, pasaría en unos 10 minutos eso me daría el tiempo suficiente para entrar al camerino. Esos minutos fueron eternos, pero al fin llegó permitiéndome entrar. Toqué el mango de la puerta y mis rodillas comenzaron a templar, pronto le propondría matrimonio a la mujer de mi vida. Entre muy silenciosamente con un ramo de lirios violetas que llevaban adentro su anillo. El camerino estaba a oscuras así que supuse que tal vez estaba tomando una siesta. Intenté hacer el menor ruido posible caminaba de puntas. Algo en el suelo logró que me tropezara. No pude reconocer que fue, pero luego de tocar cuidadosamente lo que se encontraba en el suelo me comencé a temer lo peor. Me incorporé rápidamente e intenté buscar alguna lámpara o algo que me brindara luz para ver con mis propios ojos lo que realmente no quería ver. Arroje varias cosas al suelo hasta que por fin logré encontrar una lámpara. Jamás podré olvidar aquello que vi. Mercedes estaba en el suelo llena de sangre, no tenía pulso y su cuerpo estaba tan frío que daba la impresión que llevaba horas así.

Me tiré sobre ella no podía creer lo que estaba viendo, intenté revivirla porque algo me decía que lo intentara. No quería quedarme sin ningún recuerdo de mercedes así que con mucho cuidado la desvestí y admiré su cuerpo detenidamente para jamás olvidar su dulzura, ni su delicadeza. La miraba y la miraba y por mi mente solo pasaba una sola idea “Mercedes será mía aunque su cuerpo este sin vida”. Me quité la ropa y logré un orgasmo, pero no cualquier orgasmo sino el mejor que había podido tener en 30 años. Me quedé sobre ella para sentir su cuerpo antes de irme, pero fue en ese preciso momento en el que me percaté que dentro de la boca de Mercedes había un papel el mismo decía: “Manuel, la maté solo para ti” – M.R. Mi amigo Miguel mató a mi Mercedes porque muerta era la única manera según él en la que ella estaría conmigo. En ese preciso momento llegó la policía y me imputaron 3 cargos de los cuales se me considero culpable cuando en realidad no lo era. Solo fui culpable de amar a Mercedes hasta después de muerta. Hoy saldré de la prisión, pero volveré aquí en una semana, pero esta vez siendo culpable porque hoy es el último día de Miguel en este mundo.

1 comentario:

EPIFANIO MOTOLA dijo...

Tremenda historia.
Gracias por interesarte en nuestro blog al igual que nosotros hicimos con el tuyo!
cuanta con muchipop pa lo que sea!
sigue escribiendo asi de cabron.