Hubiese pensado que todo fue un mal sueño, de no haber recibido esa
llamada. Eran apenas las 6:00 am y escuche, ¿Estás
bien?, me enteré ahora de lo que pasó. Lamento mucho su muerte. No pude
reconocer la voz con facilidad, me dolía mucho la cabeza y aún no comprendía
del todo que pasaba. En ese preciso momento mire mis pies. Aún tenía los
zapatos puestos, estaban llenos de tierra; mis manos tenían moretones y mi ropa
estaba rota con manchas de sangre. Me tomó unos instantes darme cuenta que no
fue un mal sueño, sino una terrible realidad. Todo era un rompecabezas que no
lograba unir por falta de piezas, pero la ansiedad y un dolor intento en el pecho me obligaba a
llamarla. Era hora de saber si estaba viva o no.
(Ring…
ring….ring…) No contestó. No me tome ni un minuto cuando me
encontraba corriendo por toda la carretera. No quería escuchar nada, solo
correr hasta donde ella estaba, sin embargo pude escuchar varias veces la gente
decir “bendito, tan joven y tan loca” Mi aspecto no era el mejor, pero definitivamente
no estaba loca. Luego de caminar por
unos 20 minutos llegué. Un policía me intercepto en el portón, “Te estábamos esperando. Necesitamos que nos
cuentes que pasó”. No necesitaba
buscar más, caí al suelo y comencé a llorar. Entre sollozos solo fui capaz de
preguntar, ¿Ella está viva?
Jamás me contesto, me ayudo a levantarme y me llevó en su patrulla al
hospital. “No pudo ser yo, quien hable contigo de lo que pasó. Vamos a que te
atiendan y luego le cuentas a los policías que investigan el caso” Dejé que las
enfermeras me cogieran e hicieran conmigo lo que quisieran. Yo no era capaz de
sentir dolor, solo experimentaba rabia e impotencia. Luego de varios exámenes,
llegó el momento que esperaba. “Cuéntame todo lo que pasó”
Era tarde en la noche, siempre íbamos a esa farmacia a comprar cigarrillos.
Esa vez recuerdo que le dije: “Miranda, no vayas ahí mejor vamos a comprarlos
en otro sitio” ella sonrió y me dijo “acá están más baratos” Me despedí a la
prisa de las demás chicas y caminé lo más rápido que pude para estar a su lado.
La distancia de donde estábamos hasta la farmacia era bastante, por eso me tomó
un tiempo alcanzarla. Cuando la alcancé, comenzamos a hablar de cosas irrelevantes,
lo que queríamos era matar tiempo y llegar ya. Justo antes de llegar teníamos que
pasar por un pequeño basurero muy oscuro. Jamás pensé que podía ser peligroso
estaba tan cerca de la farmacia. Cuando pasamos por ahí un hombre alto, gordo,
de tez morena, pelo largo y aspecto repugnante dio un salto y nos agarró por el
brazo con fuerza. “¿A dónde van ustedes
señoritas?” intentamos salir de sus manos pero era imposible nos agarraba
fuerte. Gritamos, gritamos pero nadie nos escuchaba.
Él tenía todo preparado. Nos amaró
en lo que parecía unas camas y comenzó a tocarnos. Cada vez que se nos acercaba
pasaba su lengua por nuestro cuello. Nos escupió la cara y nos decía que era
hora de que nos comportáramos como lo que éramos. “Tú vas a ser la primera” señalándome. Grite lo más que pude, él rompía mi
ropa mientras sujetaba mis piernas con sus muslos. No tenía idea de cómo podíamos
escapar. Miranda le gritaba, lo insultaba, gritaba pidiendo ayuda pero al parecer nadie nos escuchaba. Su miembro se endureció
y quería ponerlo en mi boca. Mientras forcejaba
para que abriese mi boca, me apunto con una pistola. No quería morir. Abrí mi
boca. Miranda continuaba gritando. Lo mordí. Él comenzó a gritar, Miranda continuaba
gritando, logré soltarme. Busque a Miranda. “Veté.
Yo intentaré salir como pueda, busca ayuda a nos matará a las dos”
No me quería ir, no quería dejarla ahí pero ella tenía razón, tenía que
buscar ayuda. Salí corriendo, apenas
cuando pude voltear la cara pude ver cómo le pegaba. Busque ayuda, se los juro,
la busque. Nadie me creía, ni siquiera ustedes. No sé como llegue a mi casa, no
sé qué paso. Por favor, díganme como esta ella. (Se escucha una cortina de
hospital rodarse) “Estoy bien, sabía que no me ibas a dejar”.
“Ella está bien. Muy delicada de
salud, los golpes que recibió le han
causado mucho daño. La cajera de la farmacia donde fuiste a pedir ayuda, nos llamó y nos confirmo que todo lo que decías era
cierto. Ese hombre era su papá y ella sabía todo lo que les iba a pasar” No me importaba lo que el oficial me decía, no
podía parar de sonreír al saber que ella aún seguía con vida.
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