No sé porque hoy recordé que cuando era pequeña tenía una amiga que se llamaba Margaret. No éramos chicas lindas, ni populares, ni cosa que se le parezca. Éramos normales y ni tanto cual de las dos más fantasiosa que la otra. Creíamos en todas las historias que escuchábamos e intentábamos verificar si era cierta o no. Una vez escuchamos que si tomabas sal en la palma de la mano y colocabas un hielo hasta que se derritiese tú propia sangre te diría con quien permanecerías el resto de tu vida. Comenzamos el proceso pero ninguna aguanto el dolor lo suficiente como para averiguar ese tan importante dato (a los 8 años es importante saber que no te quedaras soltera como la maestra que nadie soporta). Hace mucho no sé de Margaret, posiblemente aun vive en el mismo lugar. Debería buscarle e intentar ver si realmente funciona. Aunque cuando tenía 8 años solía ser más valiente que ahora.
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