lunes, 2 de junio de 2008

Viaje en automovil # infinito


Hoy emprendí uno de tantos viajes en automovil y aunque era exactamente igual a todos los anteriores, había algo diferente. Por un instante volvi a hacer aquella niña de unos 7 años que siempre miraba por el cristal del automovil para conocer todo lo que mis ojos podían ver y así crear las magnificas historias que le contaría a mis muñecas o a mi pequeño diario. Las diferentes formas y colores que tenían los árboles era sorprendente cada uno parecía ser la puerta de un mundo lleno de brillantes colores. El cielo estaba azul tan azul que lograba que el sol se viera más brillante que todos los días y las nubes creaban divertidas figuras que al final parecía que me sonreían. Era un día perfecto y mis pensamientos eran tan puros que olvide el propósito real del viaje dandome así una oportunidad para imaginar.

Mi madre me levanta temprano en la mañana para que me prepare porque mi papá [que realmente era mi padrastro, pero como estuvo conmigo desde pequeña, me siento en la libertad de decirle "papá"] nos llevaría a dar una vuelta por la isla. Como era de esperar, yo ya estaba despierta y lista antes que mi mamá y mis hermanos llegaran a mi habitación. Yo amaba ir a pasear por eso nunca podía dormir la noche antes de salir. Mami, tenia una guaguita tres potes que aunque era viejita se veía como nueva y nunca nos dejo a mitad de camino. En ese automovil íbamos mis dos hermanos menores, mi abuela, mi mamá, mi papá y yo; un grupo bastante grande para el tamaño del automovil pero todos íbamos tan contentos que no importaba ir apretados o en la falda de mi abuela. Desde Gurabo hasta Cabo Rojo, mi madre y mi abuela nos contaban a mis hermanos y a mi grandes historias de indios, españoles, hadas, fantasmas y buenas personas con finales felices como los cuentos de hadas.

Cuidado, vas a chocar! volví a la realidad. Estoy en un tercel gris, hacia un bonito día. Me lamento una y otra vez no andar con mi cámara para retratar tan lindos paisajes. Mi madre no es la que conduce sino mi suegra, a mi lado no estaba mi abuela o mis hermanos. Iba de paseo pero un paseo donde nadie hablaba ni imaginaba grandes historias. Ya no tengo 7 años, tengo 19 y ya no puedo continuar imaginando historias porque ya estoy viviendo una.

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